Anisakis: el parásito de los boquerones en vinagre

 Los parásitos comúnmente conocidos como anisakis, son gusanos redondos, de cuerpo no segmentado, pertenecientes al phyllum de los Nemátodos. De color blanquecino, casi transparentes, y de reducido tamaño (hasta 3 cm de longitud y algo menos de 1 mm de diámetro), son difícilmente visibles a simple vista, pasando inadvertidos. Dentro de los nemátodos, pertenecen a la familia anisakidae, y subfamilia anisakinae, y a los géneros Anisakis, Phocanamea y Contracaecum. Dentro del género Anisakis, se conocen cuatros especies, de las cuales Anisakis simplex (Rudolphi, 1809) es la principal responsable de los episodios de intoxicaciones alimentarias que se han reportado en los últimos años; los otros anisákidos, son responsables de intoxicaciones en raras ocasiones.

CICLO VITAL

 El ciclo de vida de estos parásitos se desarrolla en medio acuático, y necesitan varios hospedadores intermediarios. Todas las especies de anisakis son parásitas del tubo digestivo de mamíferos marinos como ballenas, focas, cachalotes y delfines, y de algunas aves, que son los huéspedes definitivos. A partir de estos, los huevos de anisakis son eliminados a través de las heces, pasando al medio acuático en una forma no patológica (L1 o primer estadío larvario). Una vez en el medio acuático, deben desarrollarse para convertirse en larva de segundo estadío (L2), que ya es infectante; este estadío puede permanecer dentro de la cubierta del huevo, o bien, por eclosión de éste, permanecer libremente en el agua, pudiendo sobrevivir así hasta 3 meses. Cuando estas larvas L2 son ingeridas por el primer hospedador intermediario (pequeños crustáceos) crecen en él hasta alcanzar una longitud de 5 mm. Cuando este hospedador es ingerido por un segundo hospedador intermediario (peces o cefalópodos), las larvas atraviesan las paredes intestinales hasta llegar a los diferentes tejidos donde se desarrollan hasta llegar al tercer estadio larvario (L3). En esta forma larvaria, anisakis dispone de dientes capaces de cortar los tejidos de los que se alimenta, así como de asegurarse la salida del hospedador en caso de que este muera. A partir de la forma larvaria L3, si los segundos hospedadores son ingeridos por mamíferos marinos, se adhieren a la pared gástrica de ellos y pasan a la cuarta fase larvaria L4 y posteriormente a adultos, completándose el ciclo. En cambio, si son ingeridos por hospedadores aberrantes o accidentales, entre los cuales se encuentra el hombre, no consiguen alcanzar el estado adulto, permaneciendo en ellos tal y como se ingirió, en tercer estadío. Existe un gran número de especies marinas que actúan como hospedadores secundarios y que son capaces de hacer llegar las L3 hasta el hombre, y en los cuales, los parásitos pueden localizarse libres en el intestino, penetrando en la pared intestinal, o bien ya encapsulados en distintos órganos o en los músculos.

ESPECIES DE PECES INFECTADAS

Larvas de Anisakis se encuentran ampliamente difundidas en extensión e intensidad en numerosos peces marinos. Resultan particularmente infectados arenques, caballas, gádidos (bacalao, abadejo, etc.), y también otras especies de peces marinos y de agua dulce de regiones costeras. Por lo general, se sitúan en el cuerpo del pez en la cavidad abdominal y a veces en los músculos adyacentes, adoptando forma enrollada. Las especies parasitadas son muchas, incluye bacalao, sardina, pescadilla, boquerón, merluza, caballa, bonito, salmón, abadejo, jurel; y entre los cefalópodos él mas frecuentemente parasitado es el calamar.

Los hospedadores finales son mamíferos marinos como delfines y ballenas.

Para que se produzca la infestación han de existir mamíferos marinos, que son los que van a mantener el parásito en el medio acuático. Por este motivo, el pescado procedente del Mediterráneo suele ser un pescado muy poco parasitado, mientras que ocurre todo lo contrario con los peces de mares fríos. La incidencia es mayor en el Mar del Norte, costas del Pacífico sur o región septentrional del océano Atlántico.

INFECCION

Para que ocurran las infecciones es necesario que las larvas estén vivas, para que puedan engancharse y perforar la mucosa del estómago o del intestino. Esta situación sólo puede darse si la cocción del pescado ha sido insuficiente, o si el pescado se ha consumido crudo, permitiendo que la larva permanezca viva. Si el pescado está bien cocinado, las larvas de Anisakis simplex mueren durante el proceso de cocción y aunque se ingieran no causan ningún trastorno.

PATOLOGIAS

A partir de la llegada de Anisakis simplex al tubo digestivo, puede ocurrir que la larva discurra a lo largo del mismo sin que se produzca ningún problema, puesto que dichas larvas no están adaptadas al organismo humano, eliminándose con la defecación. Pero existe la posibilidad de que la larva viva, en un intento de supervivencia, se enganche a las paredes del tubo digestivo perforando la capa superficial y en este caso se han diferenciado dos patologías diferentes en personas afectadas por la ingestión de pescado y cefalópodos contaminados con Anisakis simplex en estadío larvario L3:

 

  1. Afecciones digestivas. El término anisakidosis se refiere a enfermedades digestivas causadas por cualquier género de la familia Anisakidae; mientras que el término anisakiasis se emplea para referirse a la patología provocada exclusivamente por anisakis simplex. La afección es provocada por la parasitación de las larvas en el tubo digestivo debido al consumo de pescados crudos o insuficientemente cocinados, en los que las larvas se encuentran vivas y con capacidad de engancharse en las paredes del tracto digestivo. Como consecuencia de su penetración e implantación en la mucosa gastrointestinal, las larvas ocasionan inflamaciones, ulcera y perforaciones, que se cursan con dolores, convulsiones, vómitos, diarreas, así como de fiebre, y que pueden confundirse con los síntomas que producen otras enfermedades tales como la úlcera de estómago, obstrucción intestinal, apendicitis, peritonitis o incluso tumores abdominales. Esta patología se conoce con los términos de Anisakiasis o anisakidosis explicados anteriormente. A veces se llega a oclusión intestinal que obliga a intervención quirúrgica. El plazo de incubación es de 4 a 24 horas.  

  1. Reacciones alérgicas a Anisakis simplex. En este caso no es necesaria parasitación gástrica. Algunas personas tras la ingesta de pescado, cefalópodos y marisco, independientemente de que esté cocinado o no, presentan cuadros de urticarias, angioedema (hinchazones) o respuesta profiláctica, sin afecciones gástricas. Se ha demostrado la termoestabilidad de algunos antígenos de Anisakis simplex y que dichas reacciones están mediadas por anticuerpos de la clase Ig E específica e inducidas por ciertos antígenos del parásito, por lo que se trata de verdaderas reacciones alérgicas, que ocasionalmente pueden verse acompañadas de afecciones gástricas de anisakiasis, presentando lo que se conoce como cuadros mixtos.

PREVENCION

Para que ocurra uno u otro tipo de patología es necesario que la larva esté viva para que pueda engancharse y perforar la mucosa del estómago o del intestino. Esta situación solo puede darse si la cocción del pescado o marisco ha sido insuficiente, es decir que la larva permanece viva si el pescado se encuentra crudo. Por ello, los primeros casos de anisakidosis fueron publicados en Japón, país con una gran tradición de consumo de pescado crudo, seguido de Holanda. A pesar de que España es el segundo país en consumo de pescado, y que los índices de infestación de los pescados son elevados, la incidencia de casos de anisakiosis es baja, principalmente debido a que el pescado se consume generalmente cocinado. En la mayoría de los casos desde que se diagnosticó el primero, en 1999, el motivo es el consumo de boquerones en vinagre. Sin embargo, debido a la popularidad que está adquiriendo el consumo de platos preparados a base de pescado crudo, es de esperar que aumente la incidencia de casos, como se registran en países como Japón, Francia, Noruega, Finlandia, Estados Unidos, Holanda y Chile, en los que es habitual el consumo de pescado ahumado en frío, ligeramente salado o parcialmente cocido. Si el pescado está bien cocinado, las larvas de Anisakis simplex mueren el proceso de cocción y aunque se ingieran posiblemente no causan ningún trastorno.

  • Una de las principales medidas de prevención para evitar la parasitación es la evisceración inmediata de los peces tras su captura, así como la ultracongelación en altamar, ya que en el momento que muere el hospedador, las larvas migran rápidamente del tubo digestivo, invadiendo los tejidos musculares.
  • Una vez el pescado ha llegado al consumidor, la muerte de las larvas presentes puede conseguirse por varias vías, entre ellas la congelación a -20 ºC durante un tiempo que varía, según los diferentes estudios, entre 24 y 72 horas. Esta es una medida indispensable si se va a destinar a preparados en vinagre o en ligero salazón. En casos de preparados en salazón, es necesario la congelación durante un mínimo de 10 días.
  • No deben consumirse semiconservas, marinados, pescados secos, o variedades de cocina japonesa
  • Si se trata de ahumados, el interior del pescado debe alcanzar una temperatura entre 50 y 70 ºC durante 10 minutos. Y si se cocina, es suficiente la temperatura de 55 ºC durante menos de 1 minuto.

En resumen, las larvas de anisakis mueren a:

    • -20 ºC en 24 horas

    • +70 ºC en 1 minuto

                Las larvas de Anisakis simplex resisten vivas 50 días en el pescado guardado a 2 ºC; 2 horas a -20 ºC; 2 minutos a 60 ºC; y 2 meses en vinagre.

Por efecto de estímulos químicos y térmicos generados en el transcurso de la preparación y transformación del pescado, las larvas pueden iniciar acciones de perforación, lo que hace posible su ingreso en el entorno de su ubicación subserosa, gónadas y músculos.

Particular acción desarrollan los ácidos (acéticos y chorhídrico) en escasa concentración, similar al efecto despertador que ejerce el ácido gástrico de los hospedadores definitivos: el resultado de esta acción es el desencadenamiento de movimientos de perforación intensos y de larga duración.

Por su parte, las autoridades sanitarias oficiales realizan la inspección y el control periódico de los establecimientos y de los productos de la pesca, para verificar que se cumple la normativa vigente. En este sentido los veterinarios de las lonjas llevan a cabo un control visual del pescado antes de que se destinen al consumo, para la detección de parásitos visibles, así como en mercados al por mayor.

Ojito con el marisco. Las mareas rojas

 

Especialmente en verano, pero durante todo el año, hay que tener cuidado con la procedencia del marisco que consumimos. Al hablar genéricamente de mariscos, debemos entender, desde el punto de vista pesquero, aquellas especies de moluscos con concha exterior, en forma de dos valvas (bivalbos o lamelibranquios) o en forma de espiral (gasterópodos), que son extraídos por la flota de embarcaciones marisqueras con rastro.

En este artículo me voy a referir a la Marea Roja: un fenómeno natural caracterizado por un aumento de la concentración de ciertos organismos componentes del plancton (microorganismos unicelulares fotosintéticos acuáticos, o fitoplancton).

Bajo ciertas condiciones ambientales, no del todo conocidas (temperatura del agua, incidencia de vientos, salinidad, luminosidad, pH, estabilidad de la columna de agua, insolación, nutrientes, etc.) se produce un aumento exagerado de organismos fitoplanctónicos (especialmente algas del grupo de dinoflagelados, y diatomeas), lo que se conoce como florecimiento, floraciones algales nocivas (FAN) o «Bloom», causando a veces, cambios en la coloración del agua debido a que poseen pigmentos con los que captan la luz del sol, de ahí que se ha generalizado mundialmente el término «marea roja».

Estas mareas rojas son impredecibles y aperiódicos, aunque en ciertos sectores se presentan con cierta periodicidad y en otros de forma ocasional. Se dan en todas las latitudes del planeta.

No se trata de un fenómeno nuevo, sino conocido desde siglos, aunque hasta hace poco nadie supo explicarla satisfactoriamente, ocasionando muchos mitos. Los antiguos griegos la atribuían a la furia de Neptuno. En la Edad Media se hablaba de «purgación o purga» de los lechos marinos. Algunos naturalistas estimaban que eran resultado de influencias lunares; otros hablaban se silenciosas erupciones volcánicas, y no faltó el químico despistado que tratara de resolver el enigma con base en confusas explicaciones sobre sustancias venenosas producidas por efecto del fuego central en las entrañas del plantea. Tal vez la primera descripción se encuentre en la Biblia, respecto al Mar Rojo. El primer registro data de 1827 en el que el naturalista Poepping reportó una decoloración del agua en las costas de Valdivia. Ocho años después similar situación fue descrita por Darwin en las bahías de Concepción y Valparaíso (Chile). Incluso algunos ufólogos apuntaban a la posible existencia de bases submarinas de OVNIS, al registrarse ondas luminosas en forma de ruedas ,debido a que los dinoflagelados emiten luz n la oscuridad debido al fenómeno conocido como bioluminiscencia, y tienden a agruparse en círculos, que pueden explicar los avistamientos. El mecanismo ha sido bien estudiado por la ciencia, y a pesar de que muchos se resistan a abandonar terminologías esotéricas, la realidad es mucho más prosaica, y todo se reduce a una sucesión fitoplanctónica.

Las biotoxinas que son producidas por los organismos originadores de las mareas rojas son preferentemente ingeridos por la filtración de los moluscos bivalvos, los cuales se alimentan filtrando grandes volúmenes de agua lo que les permite obtener y concentrar apreciables cantidades de organismos componentes del plancton, incluidos los tóxicos, originadores de la marea roja. Como consecuencia de la continua filtración de plancton tóxico, grandes cantidades de toxina se ligan a los tejidos o se concentran en las glándulas digestivas. El hombre se intoxica al ingerir molusco contaminado.

Los moluscos afectados son: concha fina, bolo, coquina, chirla, vieira, corruco, mejillón, almeja blanca, almeja chocha, búsano y cañailla, aunque no todos la absorben en la misma cantidad y por la misma duración. Otros moluscos como los cefalópodos, pulpo, calamar, chopitos, sepias, o los crustáceos como gambas, cigalas, langostas, langostinos, quisquillas, camarones, cangrejos, no presentan riesgo alguno de transmitir la enfermedad.

Los mariscos afectados directamente por marea roja tóxica no sufren ningún tipo de alteración en sus características (movimiento, digestión, aspecto, etc.) de manera tal, que a simple vista, no es posible detectar su nivel de toxicidad. Al ser ingeridos por los humanos, produce una intoxicación de intensidad y características variadas, pudiendo incluso llegar a ocasionar la muerte.

Entre las toxinas asociadas al consumo de mariscos, destacan en nuestras latitudes:

  • Toxina paralizante de los mariscos (VPM) o Paralitic Shellfish Poison (PSP). La toxicidad se debe a la presencia de Saxitoxina o Neotoxina, producida por diversas especies, como Gymnodinium (dinoflagelado)

  • Toxina diarréica de los mariscos (VDM) ó Diarreic Shellfish Poison) (DSP), debida al acido Okadaico producido por el género Dinophysis (dinoflagelado)

  • Toxina amnésica de los mariscos (VAM) ó Amnesic Shellfish Poison (ASP), debido al ácido domoico, presentes en especies del género Pseudo-nitzschia (diatomeas)

Los síntomas son:

  • PSP: se manifiestan a los pocos minutos de haber ingerido los mariscos: cosquilleo, calor, y adormecimiento u hormigueo de labios, lengua, boca, cara, cuello y extremidades; perdida de fuerza muscular; nauseas, mareos y vómitos; dificultad para respirar. Si la cantidad de toxina es elevada, la intoxicación puede ser mortal y desarrollarse en poco tiempo. No existe antídoto, los enfermos deben ser atendidos rápidamente en centros adecuados donde se pueda mantener la función respiratoria hasta que la toxina se metabolice por completo, lo que suele ocurrir alrededor de las 12 horas después de la ingesta. Una vez ocurrido esto, la recuperación es espontánea.

  • DSP: trastornos gastrointestinales (vómitos y diarreas)

  • ASP: gastroenteritis y amnesia

Cuando la contaminación es bacteriana, por Escherichia coli o Salmonella, no solemos hablar de marea roja. Suele producirse por una deficitaria actividad de la depuración de aguas residuales previa a su eliminación al mar a través de los emisarios submarinos. Igualmente, el carácter filtrador de los mariscos hace que las bacterias pasen del agua a sus tejidos, donde permanecen durante un tiempo hasta su eliminación. En estos casos la intoxicación alimentaria cursa con los síntomas típicos de una gastroenteritis o una colitis.

Los fenómenos de marea roja constituyen en la actualidad un problema de Salud Pública y económico-social. La Administración de la Junta de Andalucía, diseñó hace varios años, un programa de seguimiento de las aguas y moluscos de todo el litoral andaluz. A través de dicho programa se muestrea y analiza de forma continua todas las zonas de producción de moluscos bivalvos, determinándose tanto el contenido de toxinas, metales pesados o contaminación bacteriana en ellos, como la concentración de algas fitoplanctónicas en el agua. De esta manera se pretende minimizar el riesgo de la población de enfermar por intoxicaciones debidas al consumo de mariscos contaminados, y conocer, en cada momento, la magnitud de los fenómenos, con el fin de adoptar medidas eficientes y oportunas, que lleven a la prevención sobre bases seguras. A través de la página wb oficial de la Junta de Andalucia, puede conocerse en cualquier momento la situación legal de todas las zonas de producción de moluscos de nuestra comunidad autónoma, pulsando en el enlace siguiente:

http://www.cap.junta-andalucia.es/agriculturaypesca/moluzonasprodu/

El ciudadano debe saber:

  • Todas nuestras aguas, y nuestros moluscos capturados por la flota marisquera legal y censada, se encuentran sometidos a control sanitario, y por tanto, son analizados en todo momento durante todo el año. Cada dia se accede  a la información de los análisis  realizados en el laboratorio, y se toman las decisiones oportunas relativas  al cierre o apertura de las distintas zonas, y a la prohibición o autorización de captura de las especies en las zonas afectadas. Esta información se traslada inmediatamente a cada uno de los puertos de la provincia. La flota marisquera conoce, en todo momento, la situación sanitaria  de todas las zonas del litoral, y por tanto, las zonas y especies permitidas o prohibidas, y el motivo.
  • Todo el marisco capturado en nuestras aguas, por las embarcaciones legalizadas y censadas, del sector marisquero extractivo, o del sector acuicola mejillonero autorizado, debe pasar por lonja o centro de expedición, donde es supervisada su zona de procedencia, y etiquetada correctamente antes de su comercialización. Por tanto este marisco comercializado a través de lonja, tiene todas las garantías sanitarias, de que ha sido extraído de zonas autorizadas y por tanto exentas de contaminantes. No puede decirse lo mismo del marisco cuyo desembarque no se ha efectuado en los muelles destinados al efecto, y cuya comercialización se ha realizado directamente al restaurante o pescadería, sin pasar por la supervisión de la lonja o centro de expedición.
  • No capturar moluscos por su cuenta. Solo se pueden extraer de zonas controladas y por los marisqueros profesionales. El movimiento clandestino o ilegal de mercancía, sin garantías sanitarias puede distribuir el riesgo de intoxicación. El marisco que el particular consume en restaurantes, bares y chiringuitos, o que adquiere en pescaderías, mercados municipales, grandes superficies, etc., proviene, en su mayoría, de compradores mayoristas que han adquirido el producto en las lonjas de nuestra provincia, o en lonjas de otras procedencias a través de su comercialización en MercaMálaga, y por tanto, con los controles en el  origen, gozando pues de garantías sanitarias para su consumo seguro.

  • No se puede prevenir la aparición del fenómeno de marea roja. El veneno de la marea roja no afecta a peces, ni crustáceos. La enfermedad no tiene tratamiento específico. Los remedios naturales no sirven para nada. Los mariscos contaminados no cambian de olor, color, sabor, ni aspecto. No es posible distinguirlos de los no contaminados, si no es mediante un análisis de laboratorio. La toxina no se elimina cocinando los mariscos, ni añadiéndoles limón, o vinagre. La intoxicación sólo se produce al ingerir moluscos, y no por tocarlos o manipularlos aun cuando estén contaminados. Tampoco es peligroso ingerir accidentalmente agua del mar.

  • Nunca consuma mariscos  adquiridos  fuera del canal legal de comercialización (lonja-mayorista-minorista). No los compre en la vía pública a vendedores ambulantes, ni en la playa, sino en pescaderías, mercados o grandes superficies. Consúmalos en restaurantes y chiringuitos de confianza. Está prohibida la extracción de mariscos por ninguna embarcación de recreo, ni particulares que ejercen la pesca submarina. Solo puede ser extraído por la flota marisquera.
  • No consuma mejillones extraídos de la roca o de espigones de puertos, o demás lugares de fijación de esta especie, dado que no están sometidos a los controles sanitarios descritos, y se desconoce absolutamente su nivel de contaminación. Solo están sometidos a control sanitario los mejillones cultivados por acuicultores autorizados.
  • No consuma gasterópodos de gran tamaño tipo «caracolas». No están sometidos a control sanitario alguno, y tienen el riesgo de acumular grandes niveles de toxinas peligrosas para la salud.
  • A pesar de la intensiva inspección y control a los que está sometida la actividad marisquera, la muy escasa probabilidad de captura, venta o consumo de producto contaminado nunca se elimina.

El guardián del caladero

Reproduzco aquí las palabras de Pilar R. Quirós en el Diario Sur de 27/5/2009, dedicadas al que fué Jefe de la Inspección Pesquera de Málaga,  Javier Sáinz Gutiérrez.
 
Tiene pánico escénico. Por eso, su nombre nunca ha aparecido en los medios. Y, sobre todo, nunca ha sido un hombre con afán de protagonismo. Pero eso no ha sido óbice para que Javier Sainz, el jefe de la Inspección Pesquera de la Junta, que ahora se jubila, haya sido el artífice, con ayuda de la Guardia Civil y de su brillante equipo, del fin de las lonjas clandestinas en El Bulto y Torre del Mar. Él miraba impotente allá por el año 99 cómo cerca de un millar de bolicheros (pescadores ilegales) trabajaban con total impunidad esquilmando el ya de por sí deteriorado caladero malagueño.
De hecho, en 1998 consiguió poner a raya a los pescadores que se dedicaban a la captura de inmaduros a base de inspecciones por sorpresa y de un decomiso histórico de chanquetes a unos conocidos empresarios de la Costa, a los que multó con diez millones de pesetas. Pagaron su multa y se concienciaron, y con el tiempo se convirtieron en buenos amigos de Javier. «Ellos tuvieron un desliz y lo pagaron, pero son dos buenas personas; todo el mundo comete errores», decía mientras facilitaba que la prensa hiciese un reportaje sobre los chanquetes chinos en uno de los restaurantes de estos hosteleros en La Carihuela.
La pesca legal la tenía controlada. Había conseguido entrar con la máxima autoridad en las lonjas y revisar las tallas del pescado. Y sus inspectores levantaban actas de infracción cuando el tamaño, el modo de transporte o el envase no eran los adecuados. Pero, la espina de los bolicheros (los más dañinos con el caladero) la seguía teniendo clavada. Además, odiaba los comentarios de los pescadores que le reprochaban que contra los furtivos no se hacía nada. Pero es que éstos vivían totalmente al margen de la ley, fuera de los controles sanitarios, de las lonjas, y era difícil llegar a imponerles disciplina.
Pero un día, en 1999, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, consiguió llevar en la embarcación de la Inspección Pesquera a una periodista, que no iba acreditada, que no llevaba el permiso oportuno y que no tenía seguro. «Tú, si quieres te montas, pero es bajo tu responsabilidad. No te vas a creer lo que vas a ver; ya verás», le dijo. El reportaje, con fotos de decenas de bolicheros corriendo por las playas, salió publicado, para la estupefacción de muchos. El hecho en sí se conocía, pero nunca había salido a la luz con tanta claridad.
El primero que no daba crédito era el que por entonces era el subdelegado del Gobierno, Carlos Rubio, que llevaba poco tiempo en Málaga. Gracias a este testimonio, Rubio y el que fuera delegado de Agricultura y Pesca, José María Rodríguez, sellaron un pacto tácito para acabar con esta lacra. Así, este hombre bajito e incansable trabajador conseguiría en tan sólo dos años, con la nueva ayuda de la Guardia Civil, acabar con esta actividad, que impedía que los pescadores obtuviesen su pan, como ha dicho tantas veces. Este hecho posibilitó que Rubio, Rodríguez y Ramón Alvargonzález, que era jefe de Pesca de la Subdelegación, recibieran del entonces ministro de Agricultura, Miguel Arias, la Encomienda de Número al Mérito Pesquero. Y ese día, en diciembre de 2001, en el que se celebraba de forma oficial el fin de la pesca ilegal, el Gobierno se olvidó de él, del principal artífice.
Pero nunca protestó. Nunca quiso honores y la máxima en su trabajo siempre fue «la eficiencia», como reseña su hasta hace poco jefa de Pesca, Elvira Frapolli. Ahora se retira y el caladero de Málaga se queda huérfano. Su buen equipo deberá continuar con su gran labor silenciosa.