El guardián del caladero

Reproduzco aquí las palabras de Pilar R. Quirós en el Diario Sur de 27/5/2009, dedicadas al que fué Jefe de la Inspección Pesquera de Málaga,  Javier Sáinz Gutiérrez.
 
Tiene pánico escénico. Por eso, su nombre nunca ha aparecido en los medios. Y, sobre todo, nunca ha sido un hombre con afán de protagonismo. Pero eso no ha sido óbice para que Javier Sainz, el jefe de la Inspección Pesquera de la Junta, que ahora se jubila, haya sido el artífice, con ayuda de la Guardia Civil y de su brillante equipo, del fin de las lonjas clandestinas en El Bulto y Torre del Mar. Él miraba impotente allá por el año 99 cómo cerca de un millar de bolicheros (pescadores ilegales) trabajaban con total impunidad esquilmando el ya de por sí deteriorado caladero malagueño.
De hecho, en 1998 consiguió poner a raya a los pescadores que se dedicaban a la captura de inmaduros a base de inspecciones por sorpresa y de un decomiso histórico de chanquetes a unos conocidos empresarios de la Costa, a los que multó con diez millones de pesetas. Pagaron su multa y se concienciaron, y con el tiempo se convirtieron en buenos amigos de Javier. «Ellos tuvieron un desliz y lo pagaron, pero son dos buenas personas; todo el mundo comete errores», decía mientras facilitaba que la prensa hiciese un reportaje sobre los chanquetes chinos en uno de los restaurantes de estos hosteleros en La Carihuela.
La pesca legal la tenía controlada. Había conseguido entrar con la máxima autoridad en las lonjas y revisar las tallas del pescado. Y sus inspectores levantaban actas de infracción cuando el tamaño, el modo de transporte o el envase no eran los adecuados. Pero, la espina de los bolicheros (los más dañinos con el caladero) la seguía teniendo clavada. Además, odiaba los comentarios de los pescadores que le reprochaban que contra los furtivos no se hacía nada. Pero es que éstos vivían totalmente al margen de la ley, fuera de los controles sanitarios, de las lonjas, y era difícil llegar a imponerles disciplina.
Pero un día, en 1999, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, consiguió llevar en la embarcación de la Inspección Pesquera a una periodista, que no iba acreditada, que no llevaba el permiso oportuno y que no tenía seguro. «Tú, si quieres te montas, pero es bajo tu responsabilidad. No te vas a creer lo que vas a ver; ya verás», le dijo. El reportaje, con fotos de decenas de bolicheros corriendo por las playas, salió publicado, para la estupefacción de muchos. El hecho en sí se conocía, pero nunca había salido a la luz con tanta claridad.
El primero que no daba crédito era el que por entonces era el subdelegado del Gobierno, Carlos Rubio, que llevaba poco tiempo en Málaga. Gracias a este testimonio, Rubio y el que fuera delegado de Agricultura y Pesca, José María Rodríguez, sellaron un pacto tácito para acabar con esta lacra. Así, este hombre bajito e incansable trabajador conseguiría en tan sólo dos años, con la nueva ayuda de la Guardia Civil, acabar con esta actividad, que impedía que los pescadores obtuviesen su pan, como ha dicho tantas veces. Este hecho posibilitó que Rubio, Rodríguez y Ramón Alvargonzález, que era jefe de Pesca de la Subdelegación, recibieran del entonces ministro de Agricultura, Miguel Arias, la Encomienda de Número al Mérito Pesquero. Y ese día, en diciembre de 2001, en el que se celebraba de forma oficial el fin de la pesca ilegal, el Gobierno se olvidó de él, del principal artífice.
Pero nunca protestó. Nunca quiso honores y la máxima en su trabajo siempre fue «la eficiencia», como reseña su hasta hace poco jefa de Pesca, Elvira Frapolli. Ahora se retira y el caladero de Málaga se queda huérfano. Su buen equipo deberá continuar con su gran labor silenciosa.

Para mi niño, lo mejor

Hemos visto en uno de los artículos, las ganancias y las pérdidas económicas asociadas a la pesca y venta de inmaduros. Queda claro, por tanto,  que la actividad furtiva persiste porque se trata de una cuestión económica; y por supuesto, porque hay demanda.

Hay algo tan importante como los números, o como el daño al caladero. Al tratarse de una mercancía ilegal, pescada furtivamente, su venta se hace de forma directa, a pescaderías y chiringuitos, dado que no sería permitida su venta en la lonja, por tratarse de un pescado en talla antirreglamentaria, capturado por embarcaciones ilegales, ejerciendo la pesca sin autorización, con artes prohibidos, y por tripulantes sin los requisitos exigidos. Nada en esta pesquería es legal.

El lector puede pensar que, dada la cercanía del caladero,  el carácter tan artesanal de la actividad, y  la inmediatez entre su captura y puesta en venta,  no hay duda alguna de su frescura y calidad y, por tanto,  nula necesidad de pasar la mercancía por el control de lonjas. Pero lo que el lector no sabe, o hace oídos sordos  porque no le interesa saber, es que estamos hablando de crías de boquerón o sardinas, una mercancía muy perecedera; y aquel cubo de 7-8 Kilos del que hablábamos en uno de los artículos, lleva consigo un chorro del conservante  «formol», para que pueda soportar las  horas que va a tardar en venderse al consumidor final,  en un buen estado visual, sin convertirse en una «plasta» inservible, e imposible de vender. Ese formol supone un riesgo para la salud pública, sin lugar a dudas.

El formol o formaldehído, es un potente conservante; el mas utilizado actualmente en los laboratorios de Anatomía Patológica para conservar órganos o cadáveres de animales. También llamado «formalina» a cierta concentración, se le conoce también como  fluido embalsamador, dado que retrasa la putrefacción de las células animales, fijando los tejidos, una vez se ha producido la muerte.

Se trata de un gas muy volátil, incoloro, y soluble en agua. Posee un olor penetrante e irritante, que al ser inhalado se metaboliza en el hígado, y en la sangre. Se trata de un producto altamente tóxico y cancerígeno. No voy a detallar la gama de síntomas y efectos que puede ocasionar, no solo en la piel, mucosa o en los ojos, sino también en los órganos internos, porque sería muy extenso. Si el lector piensa que exagero, solo tiene que  consultar algunas de las fichas que el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) presenta, en el catálogo de productos químicos, frente a los cuales hay que tomar medidas especiales de protección,  por aquellas personas que, en su trabajo, irremediablemente entran en  contacto con este producto. Algunos ejemplos  se pueden leer en la página web oficial de este organismo, en los siguientes enlaces:

http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/FichasTecnicas/NTP/Ficheros/501a600/ntp_590.pdf

http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/FichasTecnicas/NTP/Ficheros/821a921/873w.pdf

http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/FichasTecnicas/FISQ/Ficheros/201a300/nspn0275.pdf

http://www.insht.es/InshtWeb/Contenidos/Documentacion/FichasTecnicas/FISQ/Ficheros/601a700/nspn0695.pdf

Se desconoce datos relativos a la forma exacta en que se usa este producto por los bolicheros como aditivo a los cubos con pescado inmaduros, el origen del producto, dosis, forma de aplicación, etc. Únicamente sabemos que es de uso habitual, porque es frecuentemente encontrado en las operaciones llevada a cabo  por la Inspección pesquera y la Guardia Civil: botes de formol vacíos o medio llenos, en el interior  de las barcas, de cubos, es algo frecuente en esta actividad clandestina. No obstante es muy posible, que su aplicación  en los cubos de pescado se haga de forma directa, añadiendo un chorro al cubo que contiene el pescado, al que ya se le ha escurrido el agua; por lo tanto, podemos estimar que la concentración de producto es  alta, aunque imprecisa. Se desconoce, por tanto, los posibles efectos concretos sobre la salud del aplicador, así como del consumidor. Lo que sí se conoce es su poder conservante para este tipo de pescado inmaduro. Al tratarse de una mercancía constituida por crías , de muy escaso tamaño (3-4 cm), éste presenta una coloración transparente, de poca consistencia, y escasa durabilidad. Altamente perecedera, es una masa de pescado muy pequeño, cuya comercialización sería imposible de no ser por la aplicación de un conservante, que le hace tener una apariencia de recién capturado.

 

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El formol ha sustituido desde hace unos años a la antigua costumbre de orinarse sobre los cubos de pescado recién capturado. Si no se ha añadido  formol al cubo, es porque alguno de los bolicheros u ocupantes de la barca se habrá orinado en él, dado el poder conservante de la urea contenida en la orina, junto a las toxinas y demás subproductos de desecho que ésta  lleva; por no hablar  de todos los restos, de diversa naturaleza,  (pelos, preservativos, trozos de celulosa, restos de limpieza del  puerto, restos de la desembocadura del Guadalmedina, y un largo y puerco etc.), que les puedo jurar que he visto,  que quedan retenidos en las tupidas redes que se utilizan en esta actividad pesquera, y que, junto con el pescado capturado, van a ese cubo.

Algunas personas con las que comento esto, piensan que es un argumento que utiliza la Administración Pesquera para disuadir a los consumidores; que lo de la orina es una leyenda urbana  falsa. Les puedo asegurar que todo lo que afirmo en este artículo, es rigurosamente cierto. No tengo ningún interés especial en esto ni en lo contrario, ni gano dinero con este blog, ni soy ecologista, ni tengo necesidad alguna de mentir ni disuadir a nadie. Y mucho menos, de atentar contra nuestras costumbres populares ni tradiciones gastronómicas.  Simplemente creo que es mi obligación compartir la información que poseo,  y que es del todo veraz, porque lo he visto; y no solo una vez, fortuitamente; es una práctica habitual, y diaria de la que son testigos tanto inspectores pesqueros como agentes del Seprona.

Mucha gente prefiere creer que todo esto es un bulo ecologista, intencionado para acabar con nuestras tradiciones; que un plato de «chanquetes» capturados ahí mismo, es lo mas fresco y saludable, y que siempre se han comido. En el chiringuito, un papá o mamá, pedirá un plato de «chanquetes», creyendo que es lo mejor que puede darle a su hijo…. «para mi niño, lo mejor».

Las sanciones

Si han leído el articulo referente a las pérdidas y ganancias  de la actividad furtiva de pesca de inmaduros, tal vez hayan percibido la redondez de este negocio. Así es,  pero, como ilegal y furtivo que es, está expuesto fuertes sanciones.  La lucha contra la pesca de inmaduros es materia prioritaria para la Administración pesquera de ámbito autonómico, estatal y comunitario. Y a ella se añaden las Fuerzas del orden Público.

El peso de la Ley de Pesca Andaluza cae duramente sobre  los infractores,  tanto si se trata de pesca  profesional, recreativa, o furtiva, tipificándola  como una infracción de carácter «grave»,  y con sanciones que pueden llegar con facilidad  hasta los 60.000 euros.

La pesca furtiva de pescado inmaduro,  conlleva en sí varias infracciones a  la vez, todas ellas de carácter grave:  el ejercicio de una actividad sin la correspondiente autorización y  sin figurar en los censos;  el incumplimiento de horarios reglamentarios; la ausencia de documentación de la embarcación y tripulantes; el uso y  tenencia a bordo de artes, aparejos o útiles de pesca no reglamentarios; la descarga en lugares no autorizados; la pesca, tenencia, transbordo o desembarco de especies que no alcancen la talla reglamentaria, o que se encuentren vedadas; la no comercialización en primera venta; etc.

Lo mismo podríamos decir de la tenencia, el transporte,  el almacenamiento, la transformación, la exposición y la venta, en cualquiera de las formas previstas legalmente, de productos pesqueros prohibidos o de talla o peso inferior a la reglamentada, y sin la documentación reglamentaria.  Igualmente son  tipificadas como «graves» por la legislación estatal vigente, y sancionables con multas de hasta 60.000 euros, dependiendo, entre otros factores, de la cantidad de pescado decomisado, la reincidencia, etc.

Aparte de las sanciones directas, se imponen las sanciones accesorias, como la incautación de artes, embarcaciones, el decomiso de los productos, etc.

Estamos hablando, claro está, de la vía administrativa. Las sanciones por la vía penal podrían conllevar cárcel, si el delito llega a ser estimado por el  Juzgado de lo Penal, dado que transporte y venta de inmaduros, conlleva la adición de un conservante, natural o sintético, lo que  supone un peligro para la salud pública.

En los últimos 12 años, han sido mas de 1.800 los  expedientes sancionadores incoados en la Delegación Territorial de Agricultura y Pesca y Medio Ambiente de Málaga, por infracciones relacionadas con inmaduros, ya sea por pesca, transporte o comercialización, tanto en el ámbito de mayoristas como de minoristas en pescaderías y en el sector de la restauración.

Ganancias, pérdidas y daño

En este artículo quiero darles algunas cifras estimadas, relacionadas con las ganancias obtenidas de la pesca furtiva de inmaduros, las sanciones establecidas por la legislación vigente,  la repercusión que las capturas de inmaduros de boquerón y sardina en las poblaciones de adultos de dichas especies; y esa repercusión en pérdidas económicas futuras si llegaran a su talla adulta.

Las ganancias

Las ganancias dependerán principalmente de la demanda, de la época del año, del número de barcas que salgan cada noche; la calidad del producto es otro factor que influirá en el precio; así, un producto «revuelto» se presenta muy mezclado con otras especies, y hace que el precio sea inferior, al que alcanza  cuando el  producto es «limpio», es decir, larvas de boquerón y/o sardinas, únicamente.

En  pleno verano, la época de mayor demanda, y por tanto de mayor actividad furtiva, puede haber un promedio de 5-10 barcas cada noche, pescando furtivamente, repartidos entre El Palo-El Bulto-Huelin, a los que  se añaden, a menudo, Torre del Mar; la cifra puede llegar hasta 15 – 20 barcas/noche, en algunos momentos del año.  Cada barca puede salir a pescar y después descargar en la playa, varias veces en la noche, y puede llegar a pescar una media de 5 cubos/noche, (cada cubo tiene unos 7-8 Kg de larvas o crías de sardinas y/o boquerones), habiéndose registrado noches con mas de 10 cubos/barca. En esta época, el precio  alcanza la cifra media de 100 – 120 euros/cubo, que pagará el pescadero minorista o el dueño de un chiringuito; pero este precio se eleva hasta una media de 140 €/cubo cuando el producto escasea. Cuando el producto es «limpio» (sin mezcla de otras especies) y aun no está «vestido» (transparente como el auténtico chanquete, aphia minuta, que apenas se distingue qué especie es), puede alcanzar el precio de  150 €/cubo, e incluso más.

Tomen una calculadora y hagan los cálculos.  Yo he elegido las cifras de mínimos,  pero no pierdan de vista que hablamos de estimaciones y medias, lo que quiere decir que las cuantías pueden ser fácilmente superables, dependiendo de los factores que he expuesto. Les aseguro que mis fuentes son tan fiables como cercanas a las barcas.

5-10 barcas/noche
5-10 cubos/barca/noche
7-8 Kg/cubo
100-140 €/cubo
2-3 personas/barca

7 barcas/noche  x 7 cubos/barca x  7 Kg/cubo =  340 – 345 Kg/noche, 

7 barcas/noche  x 7 cubos/barca x 120 €/cubo = 5800-6000 €/noche,

 lo que significa una media de unos 800 – 850 €/barca/noche.

En cada barca van 2-3 personas, que  repartirán las ganancias,  negras como el carbón; algo se pagará en callar bocas de confidentes nocturnos.

El «negocio» es lucrativo, y no solo, para el pescador furtivo, sino para el pescadero que lo venderá, el transportista que lo llevará furtivamente en su furgoneta, y el chiringuitero que lo servirá en sus mesas; los distintos componentes de la red de este mercado negro.

El pescadero pagó unos 100-120 €/cubo (7-8 Kg.), (unos 14 – 17 €/Kg.) y lo venderá a unos  20 €/Kg, a particulares, para consumo doméstico; o sea, el particular paga unos 5 € por 1/4 Kg. El pescatero le gana unos 3-6 € a cada Kg. que vende. El particular, ademas, se encontrará al llegar a casa, que el producto comprado ha mermado su peso ya que una parte era hielo o agua.

Precio del cubo para el pescadero = 100 – 120 €/cubo = 14 – 17 €/Kg.

Precio en pescadería, al particular =  5 €/250 gr = 20 €/Kg.

Ganancia para el pescadero = 3 – 6 €/Kg

El chiringuitero pagó unos 100-120 €/cubo (7-8 Kg.),  (unos 14 – 17 €/Kg.) y lo venderá a unos 12-15 €/ración.  Si cada ración pesa unos 150 – 200 gr.,  significa que está vendiendo el producto a unos 75-100 €/Kg., y multiplica por 7  su precio, ganándole un promedio de 7585 euros a cada Kg. vendido.

Precio del cubo para el chiringuitero = 100-120 €/cubo = 14 – 17 €/Kg.

Precio  al comensal = 12-15 €/ración (150-200 gr) = 75-100 €/Kg.

Ganancia para el chiringuitero = 75 – 85 €/Kg

Como verán el ultimo eslabón de todo el negocio  es siempre  el consumidor, que forma parte de la cadena o red, de forma consciente y voluntaria, aunque desconociéndola muy a menudo, y engañado en la mayoría de los casos, porque paga como «chanquete» un producto que no lo es. Si no hubiera demanda por parte del consumidor, ya sea en la pescadería como en el chiringuito, nada de estas ganancias existirían. Así que no me vengan algunos con los argumentos de que el consumidor no puede hacer nada ante tan complejo problema. Puede hacer, y mucho: no pedirlos; así de simple.

El daño 

Ya les conté en el artículo titulado «Vamos a contar mentiras, tralará», que un cubo de «chanquetes» (crías de sardinas o boquerones), estará constituido por un porcentaje diferente de ambas especies,  dependiendo de la época del año en que nos encontremos, como consecuencia de los distintos momentos de puesta que poseen ambas especies. El plato de los mal llamados «chanquetes», está asegurado todo el año, con las crías de ambos, pero en cada momento predominará una sobre otra.

Estimaciones hechas por técnicos de la Delegación Territorial de Agricultura,  Pesca y Medio Ambiente, de  la Junta de Andalucía, en Málaga, sobre dos muestras de pescado inmaduro incautado por la Inspección Pesquera,  revelan cifras sorprendentes.

La metodología utilizada es simple: extrapolar el peso del nº de ejemplares inmaduros que componen la muestra, a lo que pesaría ese número de individuos si llegaran a adultos.  Las conclusiones de dicho estudio son reveladoras: si se dejara crecer 750 gr de pescado inmaduro, constituido principalmente por sardinas, obtendríamos:

122.61 Kg de sardinas de 14 cm, ó 105.66 Kg de sardinas de 15 cm, ó 148.8 Kg de sardinas de 17 cm.

Es decir, 3/4 Kg de sardinas inmaduras, si se dejaran crecer hasta alcanzar 15 cm, incrementarían en más de 130 veces su  peso inicial.

Las debilidades del estudio realizado son obvias, dado que existe una mortandad natural de crías en el medio natural que no se ha tenido en cuenta en este estudio; así mismo, y desde el punto de vista estadístico, debe gozar del rigor científico que obliga a que  deba repetirse varias veces y a lo largo de todo el año. Pero no me negarán ustedes que el dato es revelador del daño que se produce a la especie, al no dejarla llegar al estado adulto y no poder  reproducirse.

Si esta conversión (x 130) fuese así de sencilla, podríamos afirmar que los 340 – 345 Kg de sardinas inmaduras que se pescan en una noche, significarían mas de 44.000 – 45.000 Kg de sardinas adultas,  si se dejaran crecer hasta la talla de 12-15 cm.

Pero lógicamente es algo más complejo. Hice la correspondiente consulta a los técnicos del IEO de Málaga, y así lo confirman. En el medio marino, las larvas de todas las especies en general, y de los pequeños pelágicos, como las sardinas y boquerones, en particular,  son altamente influenciables por elmedio ambiente fluctuante y se encuentran sometidos a una mortandad natural, en la que intervienen multitud de factores: circulación hidrografica, depredación, temperatura de las aguas, calidad genética de los progenitores (a mayor edad o talla de los individuos maduros, mayor calidad progenitora), concentración o dispersión larvaria, etc., entre otros. La mortandad natural, además, es mayor en los primeros estadíos larvarios, y disminuye con el desarrollo de éstas. Esto hace que sea imposible establecer un % de mortandad, que nos permitiese establecer un coeficiente multiplicador, y  afirmar que, una cantidad concreta de inmaduros, se convertiría en tal cantidad de adultos, si se les permitiera crecer.

Pero, permítanme un supuesto, e imaginemos una  mortandad natural de larvas fuese del 50 %. Estaríamos hablando de unos 170  Kg de larvas de sardinas cada noche, que llegarían a convertirse en unos 22.100 Kg de sardinas adultas de 15 cm., y a las que se impide crecer, cada día. Sin duda, una barbaridad, diaria.

Las pérdidas

Actualmente, la comercialización de sardinas y boquerones en estado adulto  en las lonjas de los cinco puertos pesqueros de la provincia, se realiza en cajas de poliespan, conteniendo unos 7 Kg de pescado/caja. En el estudio que nos ocupa, la muestra de  750 gr de sardinas inmaduras se hubiesen traducido en unos 105 Kg de sardinas adultas; es decir, mas de 15 cajas de sardinas adultas de 15 cm de talla. Si el precio medio de la sardina en lonjas es de 20 euros/caja, las 15 cajas de sardinas adultas, (procedentes de los 750 gr. iniciales de sardinas inmaduras), hubiesen significado una venta en lonja de sardinas adultas de 300 euros. Y ello, sin tener en cuenta la mortandad natural.

Si en una noche se pesca una media de 340-345 Kg. de crías, y suponiendo una mortandad natural del 50 %, éstas crías podrían llegar a ser 22.100 kg de sardinas adultas de 15 cm., que supondrían 3.150  cajas, de 7 Kg, que vendidas en  lonja a 20 €/caja, representan una pérdida para el sector pesquero extractivo profesional, cada madrugada, de unos 64.000 euros.

El Kg de sardina (adulta) en pescaderia tiene un precio medio de 4 euros/Kg., aunque en verano este precio puede superar los 6 €/Kg;  Esos 22.100 Kg de sardinas perdidas cada dia, significan que que el sector comercial minorista, legal, cada día, deja de vender sardinas adultas por un valor superior a los 88.500 euros.

En un chiringuito, el precio medio del espeto de sardinas (compuesto por un promedio de 8 sardinas), es de unos 6 €/espeto. Con un kg de sardinas se preparan aproximadamente unos 5 espetos. Si dejásemos crecer  los 170 Kg de crías de sardinas pescados en una noche podrían convertirse en un total de 22.100 Kg de sardinas adultas, es decir unos  110.000  espetos, que vendidos en la mesa a 6 €/espeto, significan la escalofriante cifra de más de 660.000 euros cada día, que podrían proporcionar esas sardinas adultas al sector de la restauración si no hubiesen sido capturadas en su fase larvaria.

Ganancias para unos, pérdidas para otros, daños para todos.

 

Detrás de un plato de «chanquetes»

He hablado mucho de la actividad furtiva de pesca de «chanquetes». El lector tal vez piense o evoque aquellos tiempos en que las jábegas llegaban a la playa despues de echar el «lance», se sacaba «el copo» entre muchos, a golpe de tirones de los cabos de los extremos de la amplia red, hasta que se acercaba a la orilla, y se recogía la pesquera en baldes o cubos; y casi allí mismo se vendía, delante de todos. Hoy no es muy diferente, si no fuese porque ésta actividad y las artes usadas, hoy están totalmente prohibidas, y todo debe hacerse de un modo furtivo, rápido, y a escondidas.

En efecto, mas allá de la pesca ocasional de pescado en talla inferior a la reglamentaria, por algunas embarcaciones de la lista 3ª (pesca profesional), la pesca de inmaduros en Málaga se desarrolla, desde hace más de 20 años, de forma furtiva y clandestina por otro tipo de embarcaciones.

¿cómo es esta actividad? Les voy a contar a ustedes cual es el escenario que cada noche se produce para desarrollar la pesca ilegal de inmaduros de boquerón o sardina, los mal llamados «chanquetes»: se trata, como digo, de una pesca furtiva llevada a cabo por pequeños botes o embarcaciones, casi siempre ilegales; es decir, sin documentación alguna, sin el folio ni matrícula (o falsos) que debe tramitarse en la Capitanía Marítima, y sin los permisos requeridos, muy a menudo robadas de los varaderos o de las playas; o bien embarcaciones de recreo o deportivas, con toda su documentación en regla, pero dedicadas a esta actividad ilícita; y no faltan las embarcaciones construídas de forma rápida en astilleros irregulares improvisados a pie de playa, que también forman parte de la red de ganancias.  No les miento si les digo que a veces se trata de hidropedales, o meros artefactos flotantes construidos con un simple palét, desde donde echar el lance.

Las zonas especialmente «calientes» son El Bulto, Huelin, El Palo, el interior del Puerto de Málaga, Torre del Mar, mayoritariamente.

Sus tripulantes, muy reincidentes,  en muchos casos ya identificados y detenidos o buscados por la Guardia Civil, por tener diversas causas pendientes con la justicia, asociados a temas de narcotráfico. Su detección por la Inspección Pesquera para una posterior actuación, exige el continuo seguimiento previo de esta actividad, en horario de noche y madrugada. Un trabajo que se desarrolla en duras condiciones, no exentas de peligro, cercanas a veces al camuflaje, con muchas horas de espera hasta que llega la hora de su inicio; cuando son detectados, se producen continuas amenazas verbales a los integrantes del equipo de la Inspección y a sus superiores, bien en ese momento, o bien anonimamente por teléfono, a los que se somete a contraespionaje;  los apedreos y las agresiones físicas y verbales a los inspectores pesqueros son frecuentes; incendios de vehículos oficiales y particulares; los infractores y su red de colaboradores, no dudan en llevar a cabo el robo de barcas, motores y artes, ya incautadas, en la nave usada por la Inspección Pesquera para el depósito de este tipo de material, obligando a continuos cambios de ubicación de la misma, a cambios de vehículos, rutas, horarios y hábitos, etc., debiendo extremarse las precauciones; motocicletas de escasa cilindrada que vigilan; móviles que se activan en la madrugada para facilitar información sobre los movimientos de los inspectores; garajes particulares que en la noche se abren y cierran para sacar o meter los artes de pesca, motores e incluso barcas; boliches, birortas y otros artes con un copo ciego como un velo de novia, donde todo queda retenido excepto el agua; furgonetas esperando la mercancía; botes de gasolina para amenazar con prenderse fuego a sí mismos, si son sorprendidos por la inspección o por los agentes de la Guardia Civil; generadores de luz para atraer más pescado, barcas viejas que cambian de colores o características cada día; cubos cargados de crías de boquerón y sardinas que desaparecen en las calles en pocos minutos; botes de formol para añadir masivamente a los cubos, a fin de mantener el pescado durante varias horas hasta su consumo (antiguamente era la orina lo que se usaba); barcas que se construyen rápidamente en astilleros irregulares improvisados en la misma playa, por carpinteros que son parte de la red ilegal de ganancia; varaderos “irregulares”, en las playas de nuestra capital, y de ciertas localidades como Torre del Mar, donde se acumulan las embarcaciones ilegales, junto a congeladores o arcones viejos cerrados con candados, donde se guardan artes, botellas de formol, etc.; huídas, insultos, apedreos con tornillería a bordo de las barcas; … y dinero, mucho dinero negro, todo ganancias, que va a parar a los bolsillos de unos pocos.  La mayoría de las veces, los infractores salen huyendo de la Inspección Pesquera, haciendo imposible su identificación, y la incoación del correspondiente expediente sancionador, dejándonos solo la posibilidad a la inmovilización de la embarcación ilegal, dentro del marco jurídico vigente. Una vez hecho el  seguimiento de lo que llamamos “bolicheo”, identificadas las barcas, infractores, horarios, zonas, capturas, desembarque, trasporte, etc.,  y todo ello documentado fotográficamente, se realiza el diseño de operaciones especiales, conjuntas con el Seprona o el Servicio Marítimo de la Guardia Civil, sin cuyo apoyo sería imposible el desarrollo con éxito de este control.

Este es el escenario que se encuentra cada noche la Inspección Pesquera y los Agentes de la Guardia Civil, para desarrollar su trabajo. Esta es la actividad que se desarrolla nocturnamente entorno a la pesca y venta de «chanquetes». Y no me lo ha contado nadie. Les puedo asegurar a ustedes que es así, porque lo he visto muchas veces, cuando he salido con los inspectores de pesca de Málaga, por la noche-madrugada, a presenciar su trabajo, poniendo en peligro su integridad. Esto es lo que hay detrás de un plato de «chanquetes». Y a esto contribuye el consumidor, sin saberlo, cuando lo demanda; ya que mientras se consuman, se pagará por ellos, y mientras haya ganancias, se seguirá pescando, haciendo inútil este trabajo.

Muchos malagueños siguen viendo en esta actitud de la administración, una amenaza a uno de los signos de identidad: el “pescaíto”, sin darse cuenta de la amenaza que esta actividad furtiva supone, a otro: el boquerón, y la sardina, cuyas poblaciones se ven dramáticamente mermadas por esta captura masiva de crías. El consumidor piensa además, que a nivel individual no puede resolverse el problema dada la compleja naturaleza del mismo, pero debe saber que él forma parte ineludible de la solución y que, si se rechaza de forma individual, se está contribuyendo eficazmente a su resolución. La Administración tiene su obligación y responsabilidad, inexcusables, y las asume, y desarrolla en sus operaciones, con los medios de que dispone; gran parte de la responsabilidad es de ella; pero el ciudadano que lo compra o consume, tiene también la suya. No es cuestion de estudios; entre los consumidores de inmaduros  se encuentran médicos, ingenieros,  periodistas, empresarios, amas/os de casa, deportistas, funcionarios, carpinterios, mecánicos, enólogos, pescaderos, etc.; sino de conciencia e información veraz; de considerarnos co-responsables del problema, del mismo lado que la normativa y la Administración, y no en la acera opuesta.

La Inspección Pesquera tambien existe

Inspectores de Medio Ambiente, de Sanidad, de Urbanismo, de Consumo, de Trabajo, de Hacienda, de la Policía Local, de la Guardia Civil, la Polícia Nacional …

Hay un cuerpo de Inspectores Pesqueros de la Junta de Andalucía,  que tambien existe, y cuyo trabajo parece no conocerse, ni reconocerse, si no fuera por los múltiples artículos que tan a  menudo nos salpican los diarios locales de Málaga.

http://www.scoop.it/t/elvirafrapolli

Sus actuaciones son  menos visibles para los ciudadanos,  malagueños o visitantes, porque muchas de ellas se desarrollan durante la noche o la madrugada, la franja horaria en la que el movimiento de pescado es incesante, mayoritariamente: la primera  venta del pescado de cerco (boquerón, sardina, jurel y caballa) en las cinco lonjas de la provincia, al alba o «a la prima»; el seguimiento y control de la pesca furtiva de «chanquetes», que ya les contaré en otro artículo especificamente dedicado a esto; la venta de pescado y marisco, procedente de otras latitudes españolas o extranjeras, en MercaMálaga, y en sus inmediaciones, durante la madrugada; el transporte de pescado a través de carretera con destino a Mercamálaga. Tambien durante el día hay movimiento de pescado, y no menos intenso: la venta de pescado a particulares, en pescaderías, grandes superficies y mercados de abasto, de toda la provincia, durante la mañana; la restauración, y aqui incluímos, restaurantes, chiringuitos, mesones, hoteles, etc;  o la vespertina  venta del pescado de arrastre (gamba, bacaladilla, pulpo, merluza, cigala, rape, lenguado, etc.)  y marisco (chirla, concha fina, coquina, etc.) en las cinco lonjas de la provincia; sin olvidarnos del seguimiento de la actividad pesquera profesional en el mar, durante todo el día y la noche, en la patrulleras de la Inspección Pesquera para vigilar el cumplimiento de la normativa pesquera en la  actividad profesional de la pesca; y todo ello, en toda la costa, desde Sabinillas hasta Nerja, y en el interior de toda la provincia de Málaga. De ahi que los inspectores de Pesca deban realizar su trabajos en turnos de mañana, tarde y noche, a pesar del escaso número de efectivos que la componen.

¿qué cómo se hace todo eso?  pues con buenos profesionales de la Inspección, expertos, y con una larga trayectoria; con un auténtico «encaje» en la programación de los trabajos de cada turno; con la firmeza en la instrucción de los expedientes sancionadores incoados, y la imposición de las sanciones marcadas por la Ley de Pesca Autonómica, Estatal y Comunitaria; y con una estrecha colaboración con los cuerpos de Seguridad del Estado, entre los que destacan el Seprona y el Servicio Marítimo de la Guardia Civil, y a los que se han unido en los ultimos años, la Policía Local del Ayuntamiento de Málaga.

Los objetivos: el correcto etiquetado, la talla, los horarios de pesca, las profundidades de faena o calado, las épocas de veda, las licencias, la documentacion a bordo, el envasado, el medio de transporte, etc. Y no es poco lo que encuentran.

Las cifras son más llamativas aún: En los ultimos 16 años, han realizado mas de 52.500 inspecciónes, que se han saldado con el levantamiento de  más de 5.000 actas por infracción a la normativa de  pesca marítima vigente. En ese periodo se han incautado más de 425 artes ilegales, tipo boliche, birorta o jábega, y casi 1.000 barcas ilegales, dedicadas a la pesca furtiva de inmaduros de boquerón y sardinas. El decomiso de pescado y marisco decomisado durante ese periodo casi alcanza la cifra de 240 Toneladas. Son más de 5.000 los expedientes sancionadores iniciados por infracción en materia de pesca marítima de recreo; de ellos, más de la mitad, asociados a infracciones por talla inferior a la reglamentaria.

A pesar de esta eficacia, la fuerte demanda de pescado “pequeño” ligada a las tradiciones gastronómicas, e incrementada aún más durante los meses de verano por la gran afluencia turística a nuestro litoral, favorece el furtivismo de una actividad ilegal de pesca de inmaduros que, por su elevado precio, se resiste a abandonar la actividad; igual ocurre con la venta minorista, así como  la fuerte entrada de pescado inmaduro  por carretera, a Mercamálaga, para la venta a mayoristas, cuya detección en los polígonos adyacentes, no está exenta de dificultades.

La ciudadanía siempre señala a la Administración como el  responsable ineficaz, que en cierto modo no acaba con el problema porque no quiere. Lo que la ciudadanía desconoce es la cantidad de recursos materiales, económicos y humanos que se invierten en esta lucha contra la captura, transporte, comercialización y consumo de inmaduros en nuestra provincia; sin percatarse que esos recursos salen de todos los bolsillos, sin percatarse que también ellos, como consumidores finales, son parte del problema, y por tanto de su solución.

Desde la Delegación de Agricultura y Pesca de Málaga, organismo que en colaboración con otras administraciones viene luchando incansablemente desde hace muchos años contra el consumo de inmaduros, se quiere hacer hincapié en la observación de que, no se trata de acabar con nuestras costumbres y tradiciones, sino de armonizarlas con las demandas gastronómicas del turismo y con la actividad pesquera profesional. La lucha contra el consumo de inmaduros, pretende, precisamente, la sostenibilidad de los recursos  pesqueros encaminada a la continuidad de la pesca profesional,  a la conservación de esa nuestra tradición gastronómica, tan atractiva para malagueños y turistas, y  a la protección de nuestro caladero. La economía ligada al sector del turismo,  primera fuente de ingresos de nuestra provincia, no debe poner en entredicho la economía de un sector primario de nuestra ciudad, como es la pesca.

Es una cuestión de conciencia: Conservar el legado patrimonial de la pesca y el consumo de pescado en Málaga es tarea de todos.